quarta-feira, 26 de janeiro de 2011

Ceremonia del sol

Punta Del Este, Casapueblo. O pôr-do-sol no entardecer mais lindo que presenciei em minha vida. De repente um poema em alto e bom tom.

“Hola Sol …! Otra vez sin anunciarte llegas a visitarnos. Otra vez en tu larga caminata desde el comienzo de la vida.

Un sol nítido y redondo, perfecto y delineado, puesto sobre el escenario de mi iniciación con la fuerza sagrada de un vitreaux de iglesia. Desde ese instante sentí que Dios habitaba en ti, que en tu fragua derretía la fe y que por medio de tus rayos la transmitía por todos los sitios donde transitabas. Los mismos brazos de oro que al desperezarte iluminan el cielo, al estirarse a los costados entibian las sierras, o apuntando hacia abajo laminan el mar.

Hola Sol…! Cómo me gustaría haber compartido tu largo trayecto regalando luz...

Gracias Sol…! Por regalarnos esta ceremonia amarilla. Gracias por dejar mis paredes blancas impregnadas de tu fosforescencia.

Chau Sol…! Cuando en un instante te vayas del todo, morirá la tarde. La nostalgia se apoderará de mí...

Chau Sol…! Gracias por provocarnos una lágrima, al pensar que iluminaste también la vida de nuestros abuelos, de nuestros padres y la de todos los seres queridos que ya no están junto a nosotros, pero que te siguen disfrutando desde otra altura.


Adiós Sol…! Mañana te espero otra vez”.

Lindo, emocionante e inesquecível. Entardecer na Casapueblo é algo como o sol que invade nossa alma pelos poros, ilumina nosso ser e nos transforma em pessoas melhores do que quando ali entramos.

O final do poema se dá no último risco de sol que desaparece no horizonte, onde os uruguaios despedem-se do astro Rei com uma salva de palmas. In-des-cri-tí-vel. Saí de lá com uma sensação de que a vida vale à pena quando aprendemos a valorizar momentos simples como esse. Não é apenas um sol que nasce e morre todo o dia, mas uma luz dourada e sagrada que te olha de cima e te incentiva a recomeçar.